La misteriosa villa de Caracena (Soria)

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Caracena - De Rowanwindwhistler - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, Enlace Wikimedia

Caracena es una localidad y también un municipio de la provincia de Soria, partido judicial de El Burgo de Osma, comunidad autónoma de Castilla y León, España. Pueblo de la comarca de Tierras del Burgo.

Desde el punto de vista jerárquico de la Iglesia católica forma parte de la diócesis de Osma-Soria la cual, a su vez, pertenece a la archidiócesis de Burgos.

Localidad situada en la Ruta de la Lana

[...]

Edad Media

Una de las primeras noticias que se tienen, llega en el año 912. Esta zona al sur del Duero es un lugar donde se suceden diferentes batallas. Con el fin de asentar esta franja de terreno, el Conde de Castilla Gonzalo Fernández de Burgos intenta repoblar la zona. Además de construir una pequeña fortaleza que en el año 939 se fortificaría de nuevo.

De los primeros escritos que podemos encontrar en los cuales aparecería Caracena provendría del califato de Abderramán III (Primer califa) que tras perder la batalla de Simancas (año 939) huye de la contienda y toma como camino de huida, el camino de Caracena (en aquellos años llamada Al-handega) hacia Tarancueña. El Conde castellano Fernán González y el Rey Ramiro II de León conocedores de esta posibilidad mandan adelantar a sus tropas que, apostados en lo alto del barranco, a la llegada de las tropas de Abderramán III lanzan toda clase de objetos contra el ejército musulmán causando numerosas bajas además de heridas a Abderramán III. Después de esta batalla no volverá a dirigir ninguna otra contienda a pie de campo. Que Al - handega fuera el nombre que tuviera Caracena en aquellos años es una hipótesis que sostienen algunos autores; en gran medida por su cercanía al poblado histórico de Castro, y que dicha ruta sería utilizada desde antaño como camino de paso entre el norte y sur peninsular).

Poco después, para conmemorar la victoria, se levantó una hornacina en honor a la Santísima Virgen María. Posteriormente, durante una de las incursiones sarracenas, la hornacina sería destruida, posiblemente por el ejército de Almanzor. Con la llegada de la paz y tranquilidad a esta parte de la península, la Virgen María se apareció sobre un arbusto. En su honor se levantó una pequeña ermita monasterio (Virgen del Monte) que con el surgimiento de un nuevo poblado junto a ésta (hoy no quedan restos) llamado La Aldehuela iría creciendo hasta convertirse en lo que hoy en día se puede ver.

Posteriormente, durante el califato de Hisham II (976 - 1009) Almanzor monta una base permanente en lo que hoy es Caracena. Sabedor de la importancia estratégica de esta zona, en su camino hacia Atienza, decide montar una plaza fija, con soldados y personas que cultivasen la tierra, además de reforzar la fortaleza - año 981 (en el lugar donde se encuentra hoy el castillo) y fortificar con murallas la zona. En aquellos años zona de guerra continua. De esta etapa cabe destacar que, en el emplazamiento donde hoy se encuentra Santa María es muy posible que se construyera un lugar para la oración, una mezquita. Además de levantar sendas atalayas en la zona norte (Fuencaliente) y sur (hoy no quedan restos).

En el año 1061 se produce la toma definitiva de la plaza y castillo de Caracena por parte de las tropas de Fernando I, rey de Castilla, León y Galicia. De aquí surge la leyenda del nombre de Caracena pues la conquista del castillo se produjo durante la cena; estando los habitantes del castillo en una especie de fiesta por todo lo alto. El bando cristiano entró sin demasiada dificultad y tomó el castillo rindiendo así la plaza. Así pues: Cara les costó la Cena. Sobre el año 1080 el rey Alfonso VI de Castilla y León impulsa la repoblación de Caracena.

Y así, llegamos al siglo XII auténtico siglo de esplendor en el cual más de treinta aldeas (sexmo de Caracena) pertenecían a la comunidad de villa y tierra de Caracena de la Extremadura castellana. De ello encontramos el testimonio histórico en una sentencia del cardenal Guido de Bolonia quien, en 1136, adjudica a la diócesis de Sigúenza “...Caracena con todas sus aldeas...”. Un total de 239,35 km² en el que habitaban 17 000 almas. En 1137, el papa Inocencio II ratificará dicho acuerdo, y de este modo la villa pasó a ser arciprestazgo.

Parece ser que Alfonso VII valoraba la importancia de este lugar, pues solo dos años después, el 16 de septiembre de 1138, lo recuperó para la corona a cambio de la villa de Serón. Volvió Caracena a formar parte de las tierras de la diócesis de Sigüenza en 1140, y nuevamente Alfonso VII, en 1146, gestionó el canje de la villa contra entrega de las salinas de Santiuste y otras propiedades reales. A esta época también pertenecen la iglesia de Santa María o Virgen del casado y la iglesia de San Pedro.

Hacia 1350, figuraba como señorío de Pedro Ruiz II de Villegas, caballero de la Orden de la Banda desde 1332, adelantado mayor de Castilla y señor de Cóbreces, Villegas, Moñux y Castillo Pedroso, pero en la Guerra Civil Castellana, al ser mayordomo mayor del infante Tello de Castilla quien fuera medio hermano paterno del soberano, le fue arrebatado por el rey Pedro I de Castilla a Villegas el castillo de Caracena y el de Moñux el 14 de septiembre de 1352 y devuelto en 1354, aunque fuera mandado asesinar por dicho rey en 1355.

El señorío fue heredado por el merino mayor castellano Ruy Pérez II de Villegas, señor de Cóbreces, Villegas, Moñux, Castillo Pedroso y del palacio de Sasamón, y por dote de su mujer de la Casa de Cevallos, los señoríos de Villasevil y Acereda.

En 1366 el señorío recayó en Pedro de Luna (futuro arzobispo de Toledo) y en 1368 pasó a manos de la Casa de Tovar. Posteriormente, en el contexto de la Guerra de Sucesión Castellana entre los partidarios de Juana la Beltraneja y los de los Reyes Católicos, uno de los descendientes llamado Juan de Tovar, a la sazón involucrado en la defensa de los intereses de la princesa Juana, fue desposeído del señorío de la villa.

En 1492 los Reyes Católicos hicieron merced a Alfonso Carrillo de Acuña del señorío de las villas de Caracena e Ines para recompensarle por el préstamo de dieciséis millones de maravedíes dado con motivo de la Guerra de Granada que había comenzado en 1482. De este periodo se conservan en la Real Chancillería de Valladolid varios legajos de los pleitos sostenidos por la comunidad de villa y tierra de Caracena contra su señor Alfonso Carrillo por los agravios cometidos sobre sus vasallos.

Finalmente en 1499 los Reyes Católicos dictaron ejecutoria por la cual Alfonso Carrillo fue obligado a transmitir la jurisdicción de esta a su hijo Gómez Carrillo de Acuña y Toledo (n. 1457) que recién pasaría a ser el II señor de Caracena, de Ines y de Pinto de su linaje, desde 1508.

Edad Moderna

En 1496 se produce el único proceso judaizante del que se tiene constancia en La Villa de Caracena De 1498 existen expedientes inquisitoriales por la presencia de sinagogas. Ya en el sigo XVI al despoblarse Tiermes, Caracena toma relevo como capital de la Comunidad de Villa y Tierra de Caracena.

A causa de la peste bubónica que fue penetrando desde El Burgo de Osma se produjo un descenso demográfico hacia 1597.​

El 10 de septiembre de 1607 Felipe III convirtió el señorío en Marquesado, entregándole dicho título nobiliario a don Luis Carrillo de Toledo, virrey del Reino de Valencia, cargo desde el que supervisó la expulsión de los moriscos en 1609. Por otro lado también ostenta los títulos de gentilhombre de cámara de Felipe III, Virrey de Navarra, gobernador y capitán general de Galicia y consejero de Estado de Felipe IV. Y uno de los más importantes; Caballero de la Orden de Santiago.

Como dato anecdótico podemos destacar que una de las sobrinas del II Marqués de Caracena aparece en el célebre cuadro de Velázquez, Las Meninas. La Menina en cuestión es Isabel de Velasco, hija de Don Bernardino de Velasco Ayala y Rojas (conde de Fuensalida) y su primera esposa, Isabel de Velasco de Benavides (hermana de Don Luis de Benavides Carrillo de Toledo - II Marqués de Caracena). Isabel es la menina que aparece a la izquierda de la Infanta Doña Margarita.

Fue sucedido por su hija doña Ana Carrillo de Toledo quien heredó a su vez, a su hijo don Luis de Benavides Carrillo. El 23 de octubre de 1606 se firman en Madrid las capitulaciones matrimoniales correspondientes al casamiento de doña Ana Carrillo de Toledo con don Luis de Benavides y Cortés (IV marqués de Frómista). Doña Ana aporta como dote 30 000 ducados, 10 000 en joyas y vestidos de su hacienda y los otros 20 000 vía censo cargado sobre el mayorazgo de Caracena. Este matrimonio heredará la posesión de la Villa y Tierra de Caracena.

Asimismo se constituyó la Comunidad de Villa y Tierra, donde Caracena era la villa donde se centralizaba la vida de la comunidad homónima.

En el Censo de 1789, ordenado por el Conde de Floridablanca,​ figuraba como villa cabecera del Partido de Caracena en la Intendencia de Soria, con jurisdicción de señorío y bajo la autoridad del Alcalde Mayor, nombrado por el Duque de Uceda. Contaba entonces con 197 habitantes.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Castilla la Vieja, partido de El Burgo de Osma​ que en el censo de 1842 contaba con 37 hogares y 146 vecinos.

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De AnTeMi - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, Enlace Wikimedia

Lo que suscita mayor interés es la galería en su conjunto. Tiene, como ya se ha dicho, siete arcos en su frente meridional y uno en el lado oriental; por occidente se cierra con muro ciego. El arco del lado de levante y el tercero de la otra arcada contando desde poniente conforman sendas portadas de acceso al atrio. Además de tener sus huecos rasgados hasta el suelo, se diferencian de los demás arcos por su mayor luz y porque las chambranas que los contornean están decoradas. Las columnas sobre las que apoyan los arcos son de doble fuste, a excepción de las que flanquean la puerta sur que son cuádruples; de éstas, la de la derecha entrando tiene los fustes torneados.

Son los capiteles lo más meritorio de todo el templo, comparables a los de la vecina y coetánea iglesia de Santa María de Tiermes. Hay ocho en la arquería principal y dos en el arco lateral. En el primero se representa un centauro provisto de un arco en actitud de dispararlo, escoltado por dos pájaros de figura parecida a los que se ven en Silos. En el segundo, dos caballeros sobre sus cabalgaduras se enfrentan con las lanzas en ristre, mientras que otro igualmente armado acomete a un guerrero a pie que empuña su espada. En el tercero, un pájaro, también éste del estilo de los de Silos, posado sobre un cuadrúpedo que vuelva la cabeza hacia atrás, escena que se repite duplicada en cada uno de los cuatro lados del capitel. En el cuarto también se repite la misma escena en los cuatro lados: dos grifos, esos animales fabulosos medio águilas medio leones, afrontados por los cuartos traseros y con las alas desplegadas, en cuyos cuellos se enredan unos tallos floridos. En el quinto, el pasaje del Nuevo Testamento en el que se narra la resurrección: el sepulcro vacío custodiado por soldados adormecidos, en el que dos ángeles y otras figuras parecen observar la ausencia del cadáver que en él yacía. Es similar a otro capitel homólogo de Tiermes deteriorado e incompleto. El sexto, doce figuras de pie (pudieran ser los doce apóstoles) de personajes arropados en túnicas y con una especie de bonete en la cabeza. El séptimo, un entrelazado de cestería, al modo del de Tiermes o de los de Silos. El octavo, un motivo vegetal a base de doble fila de palmetas. El noveno, o sea, el primero de la pareja del arco oriental, el monstruo apocalíptico de site cabezas que muerde a un animal cuadrumano. El décimo y último representa una escena de caza en la que tres hombres se disponen a la caza de un jabalí ayudados por dos perros, uno de los cuales se ha montado sobre el puerco.

San Pedro de Caracena, meta de nuestro viaje de hoy, se encuentra en lo alto de la villa y al final de un recorrido introductorio (en cierto modo iniciático) lleno de puntos de interés. En los arcos, columnas, canecillos y capiteles del templo, encontramos todo un abanico de representaciones enigmáticas: Basiliscos, dragones, una Hidra de siete cabezas, un misterioso y grotesco personaje de tres rostros… Que nos observan imperturbables desde las brumas del tiempo. Son como guardianes pétreos que parecen ocultar el secreto de recientes hallazgos arqueológicos: se habla de esqueletos enterrados boca abajo y con una moneda en la mano derecha, de leyendas «del tiempo de los moros«, de Templarios… Y en el interior del templo se encuentra una lápida con una rotunda inscripción condenatoria o damnatio: «Pertenebat ad malam sectam»

En el punto más elevado de Caracena se alza la iglesia más enigmática del románico soriano: San Pedro. En los canecillos exteriores del ábside vemos representaciones extrañas, entre ellas el imperturbable rostro del Baphomet; los capiteles del pórtico no son menos alucinantes, como la hidra de los arcanos medievales . En el pasado reciente, los arqueólogos hallaron en el portal lateral del citado pórtico tumbas de caballeros templarios, enterrados desnudos y boca abajo. Éstas y otras circunstancias convierten a Caracena en uno de los enclaves más inquietantes de la geografía española.

[...] Ante nuestros ojos se descubre un paisaje que hubiera deslumbrado a los autores de la Generación del 98: agreste, rotundo, áspero, casi desértico, quizás misterioso. La tierra, ondulada, desarbolada, a caballo entre el no lejano Valle del Duero y las últimas estribaciones de la Sierra de Pela, y horadada por profundos cañones, se resiste a dejarse vencer por un viento inmisericorde, casi continuo, que trae ecos de sonidos lejanos y puntuales a su voluntad y complica cualquier forma de vida en superficie. En colaboración con una luz blanca, cegadora, y con blancas nubes de función meramente decorativa, nos muestra el escueto caserío de Caracena, sus iglesias y su castillo cual si de una sucesión de diapositivas se tratase, alternativamente refulgentes entre instantes de oscuridad. Tal vez no exista metáfora más apropiada para definir el pasado esplendor de estos territorios en comparación con su postración actual.Lo que hoy es una pequeña aldea fue una de las villas medievales de la provincia de Soria (cabeza de Comunidad de Villa y Tierra, con autoridad sobre veinte aldeas) aunque actualmente es una población casi despoblada asentada sobre un macizo calcáreo a casi 1.100 metro de altitud en el sur de Soria, a muy escasa distancia de la provincia de Guadalajara (Sierra de Pela).

La Villa de Caracena es un pueblo de origen medieval ubicado en la provincia de Soria. Rodeado por tres cañones y vigilada por su castillo, aún se conservan restos de su etapa de mayor esplendor como trozos de muralla, sus dos iglesias o su puente. Siendo uno de los pueblos con más encanto, no te lo pierdas y ¡sigue leyendo!


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