En realidad el origen arquitectónico de su planta es muy controvertido.
Dejando a un lado la feliz casualidad de la parrilla, que no apareció
hasta que Herrera cerró la fachada principal con la «falsa fachada» de
la biblioteca y eliminó seis de las torres, la planta parece estar
basada más bien en las descripciones del Templo de Salomón de la Biblia y del historiador judeo-romano Flavio Josefo.
Esta idea debió ser modificada por las crecientes necesidades del
convento y las funciones que Felipe II quiso que albergara el edificio
(panteón, basílica, convento, colegio, biblioteca y palacio), por lo que
hubo que duplicar las dimensiones iniciales del proyecto. Las estatuas
de David y Salomón flanquean la entrada a la basílica, recordando el paralelismo con el guerrero Carlos I y el prudente Felipe II.
Del mismo modo, se pintan dos frescos de Salomón en el centro de las
bóvedas de la Biblioteca y de la Celda del Prior, mostrando sus imágenes
de mayor sabiduría y prudencia en el gobierno: el famoso episodio de la discusión con la Reina de Saba y la pelea de las dos madres por el hijo, al que Salomón propone partir en dos.
Desde mediados del siglo pasado existe una controversia sobre el origen de la planta del Monasterio de El Escorial. Una de las teorías más aceptadas es la que señala la influencia que tuvo el Templo de Salomón en la idea, la arquitectura y el significado de El Escorial. Es imposible que las estatuas de Salomón y David
no se pusieran en la fachada de la Basílica sin la intención de
subrayar el paralelismo entre los dos edificios. Existen, al menos, tres
explicaciones diferentes a esta relación: los que creen que Felipe II tomó el templo bíblico como modelo arquitectónico (siguiendo los escritos de Flavio Josefo) para darle una Casa a Dios, los que señalan la influencia que tuvo el esquema arquitectónico del Templo de Jerusalén,
estudiado como edificio histórico, y los que buscan orígenes mágicos en
su traza, influidos por las ideas esotéricas que desde el siglo XIX han impregnado al Templo de Salomón.
Felipe II se sintió seducido ante la promesa de riqueza fácil y poder
medicinal. Si había algo de cierto en todo aquello, ¿por qué no
aprovechar las asombrosas posibilidades de aquella ciencia oculta para
él y todo su imperio? Los experimentos alquímicos se protegerían como un
alto secreto de Estado, a salvo de los enemigos de la Monarquía
Hispánica. Se instaló así finalmente un laboratorio bajo una de las
torres de El Escorial, contratándose a los más afamados alquimistas del
Renacimiento en Europa y dotándoles de los mejores medios. En las
crónicas del padre Sigüenza aparece con toda claridad el paralelismo
entre el templo-palacio de Salomón y el templo-palacio de Felipe II. De
hecho, los gigantescos reyes hebreos que el Monarca español ordena
colocar sobre las puertas de la basílica son, precisamente, los
constructores del templo de Jerusalén. La idea fue de Arias Montano,
maestro de José de Sigüenza y uno de los eruditos del hebraísmo
escurialense. En uno de sus libros aparece un grabado de Salomón con
efigie de Felipe II rodeado de instrumentos.Se formó en filosofía, arquitectura y bellas artes. Pero también sentía
una profunda atracción por saberes más herméticos como la mitología, la
alquimia y el ocultismo. Entre 1563 y 1584 mandó construir el monasterio
de San Lorenzo de El Escorial, un palacio cargado de simbología
esotérica inspirado en el bíblico Templo de Salomón. La elección del
lugar no fue casual, pues se erigió precisamente en este enclave de la
Sierra de Guadarrama para sellar una mina que en aquella época se
consideraba una «boca del infierno», y evitar así que los demonios
salieran. [...] Uno de los mayores atractivos de El Escorial
es sin duda su extraordinaria biblioteca, entre cuyos volúmenes podemos
encontrar numerosos tratados e incunables sobre magia, astrología,
nigromancia y alquimia. Esta última era su arma secreta. En una de las
torres del monasterio ocultó un laboratorio y contrató a los mejores
alquimistas del Renacimiento para tratar de fabricar la Piedra
filosofal, una sustancia fantástica que podría convertir cualquier metal
no precioso en oro.
Cuenta la leyenda que los responsables de la búsqueda de una ubicación para el palacio de Felipe II, comandados por Juan Bautista de Toledo,
arquitecto real, fueron testigos de una estruendosa tormenta eléctrica
cuyos rayos caían sobre la ladera sur del monte Abantos. Tras comunicar
este hecho a Felipe II, el monarca dijo: “no busquéis más, ese es el sitio”.
En relación a esta leyenda, también se dice que la razón por la que el
nuevo palacio real se construyó en esta ubicación era porque los rayos marcaban las puertas del infierno y el edificio las bloquearía una vez fuese terminado. [...]
Felipe II fue un ferviente coleccionista de todo tipo de libros, entre
ellos numerosos volúmenes prohibidos de magia y ocultismo. Se argumenta
que el rey buscaba remedios alternativos para solucionar sus problemas de salud, particularmente “algunas debilidades de estómago”, aunque también hay quien dice que el rey buscaba la piedra filosofal.
En este sentido, se sugiere que Felipe II solía convocar a los mejores
alquimistas del Imperio para hacer reuniones en las que poner en común
los hallazgos en esta materia.
En definitiva, consideramos que el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
es una de las cumbres de las obras humanas. En este edificio se
entrelazan el racionalismo moderno, el esoterismo cabalístico, el
gnosticismo, las formas clásicas y la representación del imperio
católico. Su valor simbólico, su complejidad y su envergadura hacen de
esta obra un monumento a la cultura universal. El equipo de Rastreadores de Misterios ha recorrido los montes
escurialenses para rescatar del silencio las leyendas y mitos de la
serranía de la Villa y Corte y descubrir y mostrarles los secretos que
atesora el monasterio desde donde Felipe II, no solamente dominó un
Imperio, sino donde además se rodeó de ocultistas, alquimistas,
nigromantes y magos en busca de un conocimiento prohibido y heterodoxo
para su tiempo y del que hoy parece que “oficialmente” nadie quiere
hablar...
En la década de los años setenta del pasado siglo, el hispanista inglés René Taylor publicó su obra “Arquitectura y magia”, en la que sostiene que existió una “arquitectura mágica” en la época de la construcción del Monasterio, asociada al uso de formas geométricas puras y a la velada y ominosa presencia del espíritu del rey Salomón, gran maestro de la cábala al que masones y otras sociedades, más o menos secretas, reconocen como primer maestro del ocultismo.
En este artículo podrás conocer tres enclaves mágicos situados al norte
de la Comunidad de Madrid y fácilmente accesibles por los amantes del
misterio. [...]
En la sierra de Madrid nos encontramos con el lugar mágico, encantado y
punto energético de la Comunidad: El Monte Abantos, lugar de culto para nuestros antepasados los íberos y lugar de numerosas leyendas referidas a fenómenos paranormales. En el cual y no por casualidad Felipe II en
1562 fijó el emplazamiento del Monasterio de El Escorial, que se termino
de construir colocándose la última piedra en 1584, según proyectos de
Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. [...]
En otro lugar de este magnífico punto energético se encuentra otra
macro construcción pero mucho más moderna: El Valle de los Caídos, pero
no por ser más moderna tiene menos misterio.