Romance del milagro de San Antonio
- Wikipedia: Antonio de Padua
Disco de vinilo
1972 -
Movieplay / Warner Music Spain
Voz y guitarra: Joaquín Díaz
Reedición: Warner 2012
ROMANCE ANÓNIMO —Divino Antonio precioso,
suplícale a Dios inmenso
que con su gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto,
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.
Y una mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
diciéndole estas palabras:
—Antonio querido,
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.
Mientras tanto yo esté en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajarcitos
todo lo echan a perder.
Entran en el huerto,
pican el sembrado,
por eso te pido
que tengas cuidado.
El padre se fue a la iglesia
a oir misa con devoción,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó:
—Venid, pajarcitos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Por aquella cercanía
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
donde Antonio les llamó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajarcitos
alegres cantaban.
Al ver venir a su padre
luego les mandó callar;
llegó su padre a la puerta
y le empezó a preguntar:
—Dime, tu hijo amado,
dime tú Antoñito,
¿tuviste cuidado
con los pajarcitos?.
El hijo le contestó:
—Padre, no esté preocupado,
que para que no hagan daño,
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande,
al señor obispo
trató de avisarle.
Acudió el señor obispo
con grande acompañamiento,
quedaron todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
querían marchar.
Antonio les dijo a todos:
—Señores, nadie se alarme,
los pájaros no salen
mientras yo no se lo mande.
Se puso a la puerta
y les dijo así:
—Volad, pajarcitos,
ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y mochuelos,
verderones y abutardas.
Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Cuando acaban de salir,
todos juntitos se ponen,
aguardando a San Antonio
para ver lo que dispone.
Y Antonio les dice:
—No entréis en sembrado,
iros por los montes
y los ricos prados.
Al tiempo de alzar el vuelo,
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y toda la compañía.
El señor obispo,
al ver tal milagro,
por todas las partes
mandó publicarlo.
Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión,
merezcamos todos
la eterna mansión.
vino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Desde niño fue nacido
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimados
y del mundo admiración.
Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.
Por la mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
cosa que nunca olvidaba.
Antonio querido,
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.
Entran en el huerto,
comen el sembrado,
por eso te encargo
que tengas cuidado.
Cuando se ausentó su padre
y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó.
Venid, pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Para que mejor yo pueda
cumplir con mi obligación,
voy a encerrar a todos
dentro de esta habitación.
A los pajaritosentrar les mandaba,
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.
Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó
porque todos acudieron
como Antonio les mandó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajaritos
alegres cantaban.
Al ver venir a su padre
luego les mandó callar,
y llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:
Dime, hijo amado,
qué tal, Antoñito,
¿has cuidado bien
de los pajaritos?.
El hijo le contestó:
Padre, no tenga cuidado,
que para que no hagan mal,
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande,
al señor obispo
trató de avisarle.
Acudió el señor obispo
con grande acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se querían marchar.
Antonio les dijo a todos:
Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo los mande.
Se puso a la puerta
y les dijo así:
Vaya, pajaritos,ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y avutardas,
lechuzas, mochuelos y grajas.
Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Salgan el cuco y el milano,
zorzal, pastor y andarríos
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.
Salgan verderones,
y las cardelinas,
y las cogujadas,
y las golondrinas.
Al instante que salieron
todas juntitas se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio les dijo:
No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
riscos y los prados.
Al tiempo de alzar el vuelo,
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y toda su compañía.
El señor obispo,
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.
Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión,
todos merecemos
la eterna mansión.
Artículo original: https://www.curioson.es/2013/09/romance-del-milagro-de-san-antonio.html
© CURIOSÓN
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