El Cid Campeador, historia y leyenda

El Cid de Cándido Pérez Palma, en el claustro bajo de la Catedral de Burgos - Imagen de InfoPalancia

Rodrigo Díaz (¿Vivar del Cid, Burgos?, c. 1048-Valencia, 1099), también conocido como el Cid Campeador, fue un líder militar castellano que llegó a dominar al frente de su propia mesnada el Levante de la península ibérica a finales del siglo XI como señorío de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad un señorío independiente desde el 17 de junio de 1094 hasta su muerte; su esposa, Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán.

[...] Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid. Ha pasado a la posteridad como «el Campeador» (‘experto en batallas campales’) o «el Cid» (del árabe dialectal سيد sīdi, ‘señor’). 

Jimena Díaz (Asturias, antes del 24 de julio de 1046​ - probablemente en 1116​) fue la esposa de Rodrigo Díaz el Campeador, con quien contrajo matrimonio entre julio de 1074 y el 12 de mayo de 1076,​ y a la muerte del Cid, gobernadora de Valencia entre 1099 y 1102.
El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar el Campeador. La versión conservada fue compuesta, según la mayoría de la crítica actual, alrededor del año 1200.


El Cantar de Mio Cid, versión cantada por Emiliano Valdeolivas

El Cantar del Destierro

00:00 01 - La Canción del Destierro / 04:40 02 - Las arcas de arena / 09:22 03 - En San Pedro de Cárdena / 14:53 04 - El último sueño en Castilla / 16:15 05 - Batalla con el Conde de Barcelona 

El Cantar de las Bodas

21:32 06 - Comienza la Gesta / 26:26 07 - La conquista de Valencia / 32:54 08 - La ofrenda y los ruegos / 41:34 09 - La propuesta y el perdón / 45:04 10 - La canción de las Bodas 

El Cantar de la afrenta de Corpes

51:42 11 - La aventura del león / 56:20 12 - La afrenta de Corpes / 1:03:28 / 13 - La venganza del Cid / 1:09:19 14 - Las segundas Bodas Reales 

Explícito del siglo XIV sobre el Cantar

1:14:15 15 - La canción del Juglar



En 1068 Sancho II y Alfonso VI se enfrentaron en la batalla de Llantada, a orillas del Pisuerga, vencida por el primero, pero que no resultó decisiva. En 1071, Alfonso logró controlar Galicia, que quedó nominalmente repartida entre él y Sancho, pero esto no logró acabar con los enfrentamientos y en 1072 se libró la batalla de Golpejera o Vulpejera, cerca de Carrión, en la que Sancho venció y capturó a Alfonso y se adueñó de su reino.

El joven Rodrigo (que a la sazón andaría por los veintitrés años) se destacó en estas luchas y, según una vieja tradición, documentada ya a fines del siglo XII, fue el alférez o abanderado de don Sancho en dichas lides, aunque en los documentos de la época nunca consta con ese cargo. En cambio, es bastante probable que ganase entonces el sobrenombre de Campeador, es decir, «el Batallador», que le acompañaría toda su vida, hasta el punto de ser habitualmente conocido, tanto entre cristianos como entre musulmanes, por Rodrigo el Campeador.

Es fundamental, son dos personajes totalmente diferentes uno es Rodrigo Díaz, el noble castellano y conquistador de Valencia y otro el Cid del Cantar, el de la Jura de Santa Gadea o el de las Cortes de Toledo. Muy poco tiene que ver el primero, el nacido hacia el año 1048 en el reinado de Fernando I y muerto en 1099 en el de Alfonso VI con el segundo, el Cid del Poema. En este sentido, no tenemos que olvidar que el Cantar de mío Cid - sobre el que se asienta el Camino del Cid - es una creación literaria. 
Pérez-Reverte nos hace participar y sentir cómo se vivía en esa zona de frontera, adusta, con incursiones de moros y cristianos donde se saqueaba, robaba y asaltaba a los pocos que en ella vivían, donde se luchaba hasta la muerte por conquistar un territorio para algún señor por una soldada y un botín que poder repartir. Con Sidi y sus hombres, sentiremos el calor, el polvo, el peso, el dolor, el sudor, el sabor y el olor de la batalla y hasta llegarán a nosotros sus sonidos.

La dimensión legendaria de la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, aguerrido caballero que sirvió a Sancho II y luego a Alfonso VI, sigue resultando enorme y causando un gran impacto en la actualidad.

Las tropas napoleónicas arrasaron con cualquier objeto valioso del templo, entre ellos los restos del Cid y su familia. Solo cuando el general Thiebault, conocedor del personaje, quiso congraciarse con el pueblo de Burgos se pudieron recuperar algunos de los restos. El 19 de abril de 1809 se celebró un acto lleno de pompa y de solemnidad para sepultar al Cid en un mausoleo que, para la ocasión, se levantó en el Paseo del Espolón. A la marcha de los franceses, los monjes solicitaron al Ayuntamiento de Burgos que los restos fueran devueltos al Monasterio de San Pedro de Cardeña, pero no obtuvieron una respuesta positiva hasta 1826.
Tumba del Cid Campeador y Doña Jimena en la Catedral de Burgos
Vórtice telúrico de 24500 UB en el crucero, bajo el cimborrio

Con una grada giratoria, más de 50 actores, bailarines y acróbatas; caballos de raza hispano árabe sobre el escenario; más de 500 trajes; coreografías acordes con las innumerables escenas de acción y batalla, y grandes efectos especiales, el espectáculo El último cantar, del parque Puy du Fou de Toledo, ha sido distinguido como Mejor Puesta en Escena del Mundo. [Ver PARQUE PUY DU FOU - TOLEDO]
Según la tradición y el Romancero, en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Zamora fue armado caballero el Cid Campeador.

—¡Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano!
Acordársete debría de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero en el altar de Santiago
,
cuando el rey fue tu padrino, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuela de oro porque fueses más honrado;
pensando casar contigo, ¡no lo quiso mi pecado!,
casástete con Jimena, hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estados;
dejaste hija de rey por tomar la de un vasallo.
En oír esto Rodrigo volvióse mal angustiado:
—¡Afuera, afuera, los míos, los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha una vira me han tirado!,
no traía el asta hierro, el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento, sino vivir más penado!


(Romance XIII en que Doña Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio en Zamora, Flor Nueva de Romances Viejos, ed. de Ramón Menéndez Pidal)


Archivo:Burgos - Estatua del Cid 2.jpg
Monumento al Cid Campeador en la plaza Mío Cid de Burgos - Enlace Wikimedia

 

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