Causa de beatificación de Isabel la Católica

Juan de Flandes - Isabel la Católica (Palacio Real, Madrid, 1500-04. Óleo sobre tabla, 63 x 55 cm).jpg
De Juan de Flandes, Dominio público, Enlace Wikimedia

Isabel I de Castilla (Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de 1451-Medina del Campo, 26 de noviembre de 1504) fue reina de Castilla​ desde 1474 hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479,​ por su matrimonio con Fernando de Aragón. También ejerció como señora de Vizcaya. Se le conoce también como Isabel la Católica, título que le fue otorgado a ella y a su marido por el papa Alejandro VI mediante la bula Si convenit, el 19 de diciembre de 1496.​ Es por lo que se conoce a la pareja real con el nombre de Reyes Católicos, título que usarían en adelante prácticamente todos los reyes de España.

La beatificación (del latín: beatus —bendito— y facere —hacer—) es un reconocimiento otorgado por la Iglesia católica de la entrada de una persona muerta en el cielo y la capacidad de interceder en favor de personas que rezan en su nombre. Beati es la forma plural, que se refiere a aquellos que han sufrido el proceso de beatificación. 

[Para la causa de Beatificación de la Reina]

[Ir a Youtube. Comisión Isabel la Católica Oficial]

La causa de canonización de la reina Isabel la Católica se encuentra ya en Roma y «está esperando el momento en que el Papa vea la oportunidad de su beatificación. Solo falta eso», afirma José Luis Rubio Willen, responsable de su proceso.

Cañizares, a RD: "Ahora hay una circunstancia muy favorable, y es que las relaciones con el mundo judío, que era uno de los principales obstáculos, son espléndidas en este momento. Dar la nacionalidad española a los sefardíes fue muy importante, una injusticia que se ha reparado".

Siguiendo las instrucciones de la Reina, el original de su Testamento fue depositado en Guadalupe; otro ejemplar permaneció en el archivo Real y fue llevado luego a Simaneas. Los historiadores están de acuerdo en destacar su calidad. Pero la relectura del documento exige tener en cuenta las circunstancias en que fue redactado, tan distintas de las de hoy. Isabel, de fe católica profunda, era consciente de que se hallaba próxima a «aquel terrible día del juicio y estrecha examinación», «más terrible para los poderosos» que para las gentes sencillas. Daba, pues, una cuenta cabal de su existencia, de lo que a su juicio había hecho bien y de lo que había hecho mal. Afrontó este desafío sin sucumbir a ninguna de las dos frecuentes tentaciones: no dijo que no tuviera que arrepentirse de muchas cosas; tampoco rehuyó responsabilidades en cuanto a los actos de su reinado. En otras palabras, el Testamento reconoce que había habido aciertos y errores y, desde ellos, ordenaba rectificaciones e impartía mandatos. No estaba pensando en lograr aplausos de la posteridad, sino en hacer un examen de conciencia, válido también para quienes la rodeaban.

Escudo
De Heralder, CC BY-SA 3.0, Enlace Wikimedia



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