Romance del moro que perdió Alhama

Una de las primeras composiciones dedicadas a la toma de la ciudad nazarí  es el  Romance de la pérdida de Alhama. Su gran divulgación en la época ha hecho que se conserven varias versiones. Ginés Pérez de Hita presentó dos distintas en su libro Guerras civiles de Granada (1595): una más emotiva que recalca, mediante el estribillo “¡Ay de mi Alhama!”, la enorme pena que sintió el monarca musulmán al perder este territorio y otra (sin estribillo) que se limita a explicar la reacción del rey y de sus vasallos. Pérez de Hita creía que este romance había sido escrito en arábigo y traducido posteriormente al castellano. Sin embargo, Menéndez Pidal demostró que fue compuesto en castellano, utilizando una óptica mora como ocurrió con otros muchos. El poema está basado en la derrota que sufrió el monarca Muley Abul Hasan, en 1482, al perder la villa de Alhama.  

De mi álbum de recuerdos

Vinilo
1969 - Movieplay

Intérpretes:  
Guitarra y voz: Joaquín Díaz
Clave: Agustín Serrano
Contrabajo: Carlos Casasnovas
 
Productor: Carlos Guitart
Técnico de sonido: Jean François Beaudet

ROMANCE ANÓNIMO

Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarrambla.

Cartas le fueron venidas
que su Alhama era ganada;
las cartas echó en el fuego
y al mensajero matara,
¡Ay de mi Alhama!

Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba,
subido se había al Alhambra.

Desque en el Alhambra estuvo,
al mismo punto mandara
que se toquen sus trompetas,
sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!

Y que las cajas de guerra
apriesa toquen al arma,
porque lo oigan los moros,
los de la Vega y Granada.

Los moros que el son oyeron,
que al sangriento Marte llama,
uno a uno y dos a dos
juntado se ha gran batalla.
¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un moro viejo,
de esta manera hablara:
¿Para qué nos llamas, rey,
para qué es esta llamada?

Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada:
que cristianos de braveza
ya nos han ganado Alhama.
¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un alfaquí
de barba crecida y cana:
Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara.

Mataste los Bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!

Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino
y que se pierda Granada.
¡Ay de mi Alhama!

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