Los huesos del Cid

Archivo:Burgos - Estatua del Cid 2.jpg
Monumento al Cid Campeador en la plaza Mío Cid de Burgos - Enlace Wikimedia

Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid. Ha pasado a la posteridad como «el Campeador» (‘experto en batallas campales’) o «el Cid» (del árabe dialectal سيد sīdi, ‘señor’).

Es el enterramiento oficial de don Rodrigo Díaz y su esposa doña Jimena. Sin embargo los diversos traslados y expolios que sufrieron sus tumbas a lo largo del tiempo nos tiene que llevar a la conclusión de que el porcentaje de restos reales que contenga sea bastante pequeño.

El 21 de julio de 1921 se depositan en el centro de la Catedral de Burgos los restos oficiales del Cid Campeador junto con los de su esposa doña Jimena, dentro de las conmemoraciones por el 700° Aniversario del inicio de la construcción de la Catedral.
Las tropas napoleónicas arrasaron con cualquier objeto valioso del templo, entre ellos los restos del Cid y su familia. Solo cuando el general Thiebault, conocedor del personaje, quiso congraciarse con el pueblo de Burgos se pudieron recuperar algunos de los restos. El 19 de abril de 1809 se celebró un acto lleno de pompa y de solemnidad para sepultar al Cid en un mausoleo que, para la ocasión, se levantó en el Paseo del Espolón. A la marcha de los franceses, los monjes solicitaron al Ayuntamiento de Burgos que los restos fueran devueltos al Monasterio de San Pedro de Cardeña, pero no obtuvieron una respuesta positiva hasta 1826. 

En 1272 el rey Alfonso X dispone para el Cid un lugar de privilegio [en el monasterio de San Pedro de Cardeña]: un gran sepulcro, labrado en dos piedras muy grandes, acoge los huesos del Campeador en la Capilla Mayor, en el lado de la Epístola. A su lado, un poco más abajo, en sepulcro de madera policromada, los restos de Doña Jimena. Alrededor de la piedra del sepulcro del Cid se talla en caracteres góticos la siguiente inscripción: BELLIGER INVICTUS, FAMOSUS MARTE TRIUMPHIS, CLAUDITUR HOC TUMULO MAGNUS DIDACI RODERICUS: En este lucillo está enterrado el Grande Rodrigo Díaz, Guerrero invicto, y de más fama que Marte en los triunfos.

El Cid, había sido enterrado en la catedral de Valencia pero tras el desalojo, organizado por Alfonso VI y Jimena, sus restos fueron llevados al monasterio de San Pedro de Cardeña. Allí reposarían unos cuantos siglos, hasta que durante la ocupación francesa (h1808) fueron profanados. Los franceses, muchas veces por saquear y otra por denigrar a los héroes que, como el Gran Capitán, los habían derrotado en los campos de batalla solían abrir sus tumbas, robar sus tesoros y esparcir sus huesos por la calle.

Se dice que el intelectual francés Vivant Denon, que viajaba en aquella expedición, pudo recuperar los huesos y devolverlos al mausoleo. Pero el barón Paul Thiébault, un mariscal francés que estaba de gobernador en Castilla la Vieja, cuando se enteró de lo sucedido ordenó se recogieran de nuevo los restos del Cid (y de su esposa) y se llevaran a otro lugar ya que el mausoleo había quedado en muy mal estado tras el saqueo.

Desde este entierro hasta 1808, año en que llegan las tropas napoleónicas, el sepulcro del Cid y Jimena sufrió diferentes traslados, como veremos, pero siempre se produjeron dentro del propio monasterio y nada hace sospechar que sus restos sufrieran ningún tipo de sustracción.

Fue sin embargo a partir de ese 1808, tras el terrible saqueo que los franceses perpetraron en la ciudad y sus monumentos, cuando comenzó la dispersión de los restos de ambos nada menos que por Francia, Alemania, República Checa, Polonia y hasta Rusia. Componer la historia de todos los huesos repartidos por estos lugares se asemeja a encajar las piezas de un complicado puzzle que resulta difícil de completar, porque hay piezas que no han aparecido y otras que podrían estar incluso repetidas. Lo vamos a intentar con la ayuda, además de los propios documentos que custodiamos en el archivo, del magnífico libro Los huesos del Cid y Jimena de Barriocanal y Fernández, y lo escrito por autores como Cantón Salazar y Salvá.

Pero vayamos al asunto que nos ocupa. El 28 de febrero de 1809 Thiebault se enteró de que la tumba del Cid había sido profanada. Llegó a Cardeña el 1 de marzo y recogió cuidadosamente los huesos y se los llevó a su casa.

[…] Me dirigí a San Pedro de Cardeña […] y con el testimonio de un acta legal de exhumación solemne, hice reunir los huesos en un lienzo que yo llevaba; en gran pompa, los traje a Burgos y mientras según  los dibujos de mi ayuda de campo Vallier, se construía una tumba, los coloqué para total seguridad bajo mi cama.
Y en carta a José I  el 3 de marzo de 1809
Vamos a trasladar a Burgos los restos de su tumba y los reuniremos en medio de una plantación de árboles que he hecho preparar entre dos puentes (paseo del Espolón) El honor de reedificar la tumba del Cid y de recolocar en ella sus despojos mortales con toda la solemnidad de una ceremonia civil y militar, será para mí una gran recompensa […]

La archivera de la RAE nos enseña el supuesto hueso del cráneo del Cid Campeador que lleva allí desde hace 1968. El hueso tiene 69 milímetros de largo por 57 de ancho y según el estudio arqueológico pertenecería a un hombre de unos 50 años. Fueron expoliados por los franceses durante la Guerra de la Independencia en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos.

Pero es que había un hueso del Cid hasta en la Real Academia de la Lengua Española, como ha contado Rodrigo Pérez Barredo en El Diario de Burgos. La lengua no tendrá huesos, pero eso no es lo que pensaba Camilo José Cela, que para realismo mágico y/o truculento se las pintaba solo. Cela consiguió un hueso del Cid que estaba en posesión de la condesa Thora Darnell-Hamilton tras sucesivas herencias desde su bisabuelo, el señor Lavensky, quien a su vez lo habría recibido del barón de Lamardelle, uno de los expoliadores del sepulcro del Cid en San Pedro de Cardeña. Cela coligió que el mejor destino de ese hueso era regalárselo a Ramón Menéndez Pidal, el mayor experto cidiano, con motivo del homenaje que le tributaron los académicos de la Lengua el 13 de marzo de 1968, el día de su 99 cumpleaños. Cela no acudió, pero, según refirió Alonso Zamora Vicente, Menéndez Pidal "besó devotamente" ese hueso donde había tanta historia y filología. No podían darle más en el gusto.«Esta es una historia increíble y todavía está por escribir completamente». Su libro, magníficamente documentado, es un viaje al Burgos ocupado por los franceses, pero también una aventura que llevará al lector por media Europa, de Francia a la República Checa, de Alemania a Polonia e incluso a lejana y fría Rusia. Y un documento impagable en el que se da nombres y apellidos de los principales artífices de un expolio increíble que todavía hoy impide que el Cid repose donde siempre deseó hacerlo: en su sepulcro del Monasterio de Cardeña de su tierra natal de Burgos.

El Campeador permanece desterrado.

Lo que fue de la parte de Salm-Dick es la más difícil de saber. Sin embargo, se conocen dos lugares, en Francia y en la República Checa, en los que se dice están el resto de los restos. Unos, en Brionnais, municipio de Gènelard, en la Borgoña francesa. Son propiedad de un particular.Se conservan en una urna junto a una leyenda que explica su origen y procedencia; los otros se custodian en el palacio checo de Lazne Kynzvart. En 2007 el Ministerio de Cultura español solicitó al checo estudiarlos para comprobar su autenticidad, a la vez que pidió la devolución de un trozo de cráneo del Cid y de un fémur de doña Jimena. Que se sepa, no ha sucedido ni una cosa ni la otra. Los huesos del Cid permanecen en el destierro.
 
Diputación Provincial de Burgos, 2013
Tumba del Cid Campeador y Doña Jimena en la Catedral de Burgos
Vórtice energético de 24500 UB en el crucero, bajo el cimborrio
 
Cimborrio sobre el crucero de la Catedral de Burgos

Con una grada giratoria, más de 50 actores, bailarines y acróbatas; caballos de raza hispano árabe sobre el escenario; más de 500 trajes; coreografías acordes con las innumerables escenas de acción y batalla, y grandes efectos especiales, el espectáculo El último cantar, del parque Puy du Fou de Toledo, ha sido distinguido como Mejor Puesta en Escena del Mundo. [Ver AQUÍ]
Según la tradición y el Romancero, en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Zamora fue armado caballero el Cid Campeador.


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