Creencias populares, mitos y supersticiones en Castilla y León

Se recogen en esta obra casi cincuenta historias tomadas de la tradición oral de las gentes de Castilla y de León. Son testimonios de creencias mágicas y legendarias hoy casi olvidadas pero que tuvieron una gran importancia en la caracterización de la sociedad tradicional y que se transmitieron durante siglos en reuniones familiares y de amigos. Los relatos se acompañan de cuidados dibujos que enriquecen enormemente los textos.
Se agrupan en cuatro secciones temáticas: “brujas y manipuladores de lo extraño”, “criaturas legendarias”, “leyendas, cuevas y tesoros” y “espíritus, diablos y objetos”.
Gigantes, brujas, duendes, fantasmas y otros seres mitológicos mencionados en leyendas populares y tradiciones orales de las nueve provincias de la comunidad autónoma se recogen en el libro "El mundo encantado de Castilla y León", editado por el Museo Etnográfico, con sede en Zamora.
La mitología castellana y leonesa se nutre de varios orígenes, por tanto es muy variada y fascinante al abarcar desde cuélebres hasta seres duendiles, pasando por moras encantadas y gigantes ciclópeos. Un repaso sobre esta fauna sobrenatural, mitológica y sorprendente es lo que me propongo ofrecer, salpicado con leyendas populares y lugares mágicos.
Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=DOfe9xTWTv4

Las tormentas (denominadas truenas o tuenas en muchos lugares de la provincia leonesa) despertaban un gran temor por sus efectos desastrosos sobre cultivos, casas, personas y animales. De ahí que como prevención o lucha frente a los rayos, la lluvia y el granizo, la mentalidad popular tejió un conjunto de creencias y supersticiones relacionadas, tanto con los provocadores de las nubes (genios maléficos conocidos como reñuberos) como con las defensas contra los elementos devastadores. Estas protecciones incluían los toques de campana y los conjuros a “tente nube”, así como los rezos a Santa Bárbara u otros santos protectores. No faltaba tampoco la costumbre de emplear dentro de las casas objetos benditos como las velas de Jueves Santo o colocar a la puerta de la vivienda instrumentos a los que se les atribuía un poder especial como las hachas o las palas de cocer el pan. Junto a ellos también se estimaba en gran medida el poder de las piedras para alejar a las nubes, y por ello en algunos hogares o dentro de las cuadras empleaban un amuleto de singular poder como era la piedra del rayo o bien lanzaban nueve o doce piedras hacia lo alto cuando sonaban los primeros truenos, piedras que habían sido recogidas en fechas especiales del año.

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