Lignum Crucis en Madrid

Iglesia de la Santa Cruz (Madrid) 02.jpg
Iglesia de la Santa Cruz - De Luis García, CC BY-SA 3.0 es, Enlace Wikimedia

Tras el Concilio de Nicea, Helena, madre del emperador Constantino, se habría trasladado a Jerusalén junto con una delegación imperial. No hay datos exactos del motivo de la visita ni del año, solo se sabe que fue entre los años 325 y 327. Eusebio de Cesarea indica que la intención de Constantino era erigir una iglesia del Santo Sepulcro (cf. Historia de la Iglesia IX III 41). Sin embargo, Eusebio no narra el descubrimiento de la “Vera crux” (cruz auténtica), se cree que por no reducir la gloria de Constantino en relación con el descubrimiento del Santo Sepulcro. Es Gelasio, también de Cesarea y discípulo de Eusebio, quien narra en su Historia de la Iglesia (escrita hacia el 390) los detalles del descubrimiento. Aunque el texto quedó perdido, contamos con una cita de la obra en la Historia de la Iglesia de Rufino (cf. X 7) que dice lo siguiente:

Alrededor del mismo período, Elena, la madre de Constantino, una mujer incomparable por fe, religiosidad, inigualable grandeza moral, se fue de viaje (...) a Jerusalén y allí se informó entre sus habitantes acerca del lugar en el que el cuerpo de Jesús había sido clavado a la cruz. Este lugar era muy difícil de individuar porque los primeros perseguidores habían erigido allí una estatua a Venus, ya que, cuando un cristiano quería venerar a Cristo en aquel lugar, parecía que rendía culto a Venus. Por esta razón, aquel lugar era poco frecuentado y casi había caído en el olvido. Pero cuando, como se decía, la pía mujer se dirigió al lugar que le había sido indicado por una señal celestial, hizo derribar cuanto había de vergonzoso y penoso y removió la construcción hasta lo profundo.
El culto a las reliquias proviene de los primeros tiempos del cristianismo, con los primeros mártires, cuyos cuerpos fueron enterrados en catacumbas. Al principio, debido a la costumbre occidental de respetar la inviolabilidad de la sepultura y a la consideración de que tocar el cuerpo de los santos difuntos era un sacrilegio, las primeras fueron las reliquias de contacto (brandea), obtenidas mediante la colocación de paños sobre sus tumbas; pero progresivamente, se fue imponiendo la práctica oriental de trasladar y dividir los cuerpos santos con el fin de utilizarlos para consagrar los templos. Asimismo, se fue haciendo cada vez más habitual el empleo de estos restos y objetos sagrados para uso personal, así como su exposición en relicarios y cortejos procesionales.
En el Altar Mayor se venera un trozo del leño de la cruz de Cristo (Lignum Crucis), donado en 1962 por las hermanas del Cerro de los Ángeles en sustitución del desaparecido en 1936.
En Madrid, como no podía ser de otra forma, también podemos encontrar un trozo de la Cruz donde Cristo murió (Lignum Crucis), y este se encuentra en la iglesia de Santa Cruz.
En la actualidad ha sido convertido parcialmente en museo, donde se guardan una colección de reliquias, una de ellas es la "sangre de San Pantaleón" que cada 27 de julio se licua, justo para conmemorar la decapitación del santo. Ésta es la más famosa reliquia, pero no la única, pues hay unas 7.000, entre las cuales tenemos un pie y una pierna de Santa Margarita, un Lígnum Crucis, un pedazo del corazón de San Felipe Neri, etc...
En nuestro municipio tenemos dos Lignum Crucis: Uno se conserva en la Catedral de Santa María Magdalena y el otro, que perteneció a la familia de Santa Maravillas de Jesús, se encuentra en el convento de las Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles.Lignum Crucis en la Catedral de Santa María Magdalena
 
Desde el siglo XVII se encuentra en el inventario de la Catedral de Santa María Magdalena una reliquia del “Lignum Crucis", enmarcada en una cruz de plata. Parece que este fragmento procede del que se conserva en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) considerado el pedazo de la Cruz de Jesucristo más grande que se conserva. La reliquia corresponde al brazo izquierdo de la Santa Cruz, quedando entero el agujero donde le clavaron la mano. 
 
Lignum Crucis del Carmelo del Cerro de los Ángeles

La reliquia procedía de la que se venera en la basílica romana de la Santa Cruz de Jerusalén. La cortó con sus propias manos el papa Clemente VIII, que la entregó al cardenal español Juan Hurtado de Mendoza, protector de España en la Corte Pontificia, para que se la diese, como regalo del Sumo Pontífice, al rey de España Felipe III, en la última década del siglo XVI. La Sagrada reliquia fue pasando a los descendientes del Rey, hasta que fue a parar al Monasterio de las Clarisas de la Encarnación en el municipio de Mula (Murcia), llegando finalmente a manos de Doña Patricia Muñoz Domínguez, abuela de Santa Maravilla, como gran bienhechora de esa villa.
Madrid - Santa Cruz 1.JPG
Iglesia de la Santa Cruz - De Zarateman - Trabajo propio, CC0, Enlace Wikimedia

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