Real Monasterio de San Agustín - Burgos

Monasterio de San Agustín - Espacio que ocupaba la capilla del Cristo de Burgos, en la esquina noreste del claustro
Espacio sobre el que se levantaba la capilla del Cristo de Burgos
El Monasterio de San Agustín de Burgos perteneció a la comunidad de agustinos de la ciudad. La tradición afirma que fue el primer convento que existió en Burgos y fija su establecimiento en el siglo IX, en torno a los años de la fundación de la ciudad de Burgos. Será a partir del siglo XII cuando se comiencen a encontrar noticias documentales más concretas que demuestran que ya para estas fechas la comunidad de agustinos gozaba de una cierta notoriedad dentro de la sociedad burgalesa, siendo especialmente favorecida por los miembros de la familia real

El Santísimo Cristo de Burgos en el Monasterio de San Agustín
Originalmente, el Santísimo Cristo de Burgos se encontraba en la capilla del jardín del claustro del Real Monasterio de San Agustín (actualmente señalada con plantas en la esquina noreste del mismo)

Pedro de Loviano, "Historia y milagros del SSmo. Cristo de Burgos" (capítulo XVII, páginas de la 98 a 99):

Dase entrada a la capilla del Santísimo Cristo por un ángulo del claustro bajo, y es tan reducida, que apenas tiene cabimiento para cien persona. Su fábrica no tiene primor alguno, ni hermosura del Arte; pero todo lo suple el adorno, con que siempre se mira vistosa, con preciosas colgaduras de brocado, damasco y telas de diferentes colores según la diversidad de tiempos. También la adornan cuarenta y ocho lámparas de plata, entre las cuales sobresale la que está en medio, por su primorosa hechura […] dádiva digna de la inmortal memoria del Señor Carlos II […]. En todo tiempo alumbran diez y seis lámparas, y siendo escasez la luz del sol que participa, con la luminaria de las lámparas se representa respetosamente devota. El altar se ostenta vistoso con frontal de plata y tres órdenes de gradas también de plata, que sustentan muchos ramos y candeleros. En medio de ellas está el sagrario, que le corona un tabernáculo primorosamente labrado para colocar en él la custodia los días de Minerva, y un viril que con Lignum Crucis se expone los días de la Cruz. También son muy vistosos los dos blandones grandes de plata, que ofreció el rey Felipe III, devotísimo del Santísimo Cristo. Siempre se celebra el Santo Sacrificio de la Misa con cuatro velas encendidas, y arden todo el día dos de ellas; y sirven para mayor culto del incruento Sacrificio con preciosos ornamentos, atriles de plata y un cáliz y patena de oro […].”

Antonio Iturbe Saíz, "Cristo de Burgos o de San Agustín en España, América y Filipinas" (documento PDF):

"Durante el largo período que permaneció en el convento de los agustinos se seguía una escenografía un tanto compleja. La capilla, al ser oscura e estar iluminada por cantidad de lámparas y candelabros, invitaba al encuentro con el misterio. Tres cortinas cubrían la visión de la imagen: la primera tenía dibujado el Cristo, la segunda era de terciopelo color rojo y la tercera era de gasa muy fina y trasparente. Ésta nunca se corría. Al tiempo que se abrían las otras, sonaban las campanas, se encendían todas las luminarias y el pueblo fiel se postraba de rodillas. Esta puesta en escena normalmente sólo se realizaba los viernes, después de la misa solemne. Todo ello provocaba en los asistentes una gran expectación, empujones y ansias por ver y sentir la presencia de Cristo en sus vidas. Otros, en cambio, como Jovellanos, experimentarán repugnancia, según hemos visto anteriormente."

María José Martínez Martínez, "El Santo Cristo de Burgos..." (documento PDF):

"En los siglos XV y XVI, debido a su pobreza, a sus reducidas dimensiones y a la afluencia de creyentes que acudían atraídos por la imagen, se procede a su reedificación. [...] Durante el tiempo que duraron las obras la imagen ocupó el altar mayor de la iglesia, al finalizar las mismas la talla se trasladó a una capilla del claustro construida para tal fin. 



En el jardín del antiguo Monasterio de San Agustín, donde estuvo la capilla del Cristo de Burgos, vórtices dextrógiros de unas 11500 UB en 3, 5 y 6.

Si tenemos en cuenta el texto de María José Martínez Martínez (basado en Juan Bautista Varesio: "Historia del santo Cruzifixo de Burgos y de sus milagros",  Burgos, 1604), la capilla debió levantarse a finales del siglo XVI. Eso quiere decir que los agustinos debieron buscar la esquina del claustro que "les pareció mejor" y el hecho de que su perímetro contenga vórtices telúricos solo puede ser fruto de la casualidad o, como mucho, de la intuición

Teniendo en cuenta el momento de su construcción, no cabe extrañarse de que los vórtices no se encuentren al este de la capilla; tampoco demasiado por el hecho de que la entrada se abriera en la esquina noreste (de manera que es prácticamente imposible que la cabecera estuviera orientada en esa dirección), ya que debió primar simplemente el sentido práctico. En cualquier caso, no sabemos en que dirección estaba colocado el altar de la capilla (pudiendo descartar prácticamente el este, debido a que la entrada en la misma se producía por la esquina noreste).





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