La Cueva de Salamanca

La Cueva de Salamanca es un enclave legendario de la ciudad de Salamanca donde, según la tradición popular, impartía clase el Diablo. Dicha cueva se corresponde con lo que fue la cripta de la ahora inexistente iglesia de San Cebrián.

Cervantes dio un tratamiento burlesco a la leyenda en su entremés La cueva de Salamanca. La tradición se trasladó a Hispanoamérica, en varios de cuyos países se denomina salamancas a los antros donde brujas y demonios celebran sus aquelarres

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De Superchilum - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, Enlace Wikimedia

La leyenda más conocida cuenta lo que le sucedió en este lugar a un grupo de estudiantes, entre los que se encontraba el Marqués de Villena. Deseosos de introducirse en las artes ocultas llegaron al acuerdo de que al cabo de los siete años que duraban los ritos, uno de ellos se quedaría en la cueva en pago por los servicios prestados. Transcurrido el tiempo y después de echarlo a suertes le tocó quedarse al Marqués de Villena. Para librarse de la servidumbre al diablo se metió en una gran botija de vino escapando cuando este dejó abierta la puerta de la Cueva. Otras leyendas dicen que el Marqués de Villena llegó a un pacto con el diablo por el que recuperaba la libertad a cambio de cederle su sombra, o su alma. Así la ciudad adquirió fama de ciudad mágica. Estas historias llegaron América donde aún hoy se le denominan "salamancas" a las cuevas donde se practican o un día se practicaron este tipo de ritos

Hoy visitamos un lugar con historia peculiar. Donde, según cuenta la leyenda, daba clases el mismísimo diablo. Se trata de la conocida como Cueva de Salamanca, lo que se corresponde con lo que fue la cripta de la ahora inexistente iglesia de San Cebrián. Sita en el mismo casco histórico de la ciudad castellano-leonesa.

Recogida en la obra de Miguel de Cervantes, otro libro, Recueil des Histoires de Troyes (anónimo, 1464), atribuye al legendario dios Hércules la fundación de una academia donde se impartían enseñanzas mágicas en una cueva de Salamanca.

La tradición popular, olvidadiza de Hércules, asignó pronto la labor docente a Asmodeo o algún otro tipo de demonio, que durante siete largos años, en oscuridad de la noche y bajo la apariencia de un sacristán, daba clase de adivinación y otras artes tenebrosas a siete alumnos. Se dice que uno de sus pupilos fue Enrique Aragón, marqués de Villena.

Según la leyenda, el mismo diablo daba clases de nigromancia en este espacio a siete alumnos durante siete años. Pasado este tiempo, uno de ellos tenía que quedarse con él como pago a todas las enseñanzas recibidas.

Según cuenta la leyenda, era en esta cripta donde Satanás, bajo la apariencia de un sacristán, impartía sus doctrinas de ciencias ocultas, magia, adivinación y astrología a siete alumnos durante siete años. Tras este tiempo, uno de ellos debía quedarse de por vida en la cueva a su servicio. Se relata también que uno de estos alumnos fue Enrique de Aragón, Marqués de Villena y de quien la torre recibe su nombre, el cual engañó al diablo-sacristán para no quedar a su servicio, y a cambio perdió su sombra.

El Tratado de Astrología que se le atribuye fue encontrado superficialmente quemado a fines del siglo XIX por Manuel Serrano y Sanz, amigo del gran erudito Marcelino Menéndez y Pelayo, y se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de España (accesible a través de la Biblioteca Digital​). Debido a este daño, numerosos autores discutieron a lo largo del siglo XX acerca de si se trataba de una obra apócrifa o una sobreviviente de la hoguera de Barrientos. A pesar de esta incerteza, lo cierto es que el manuscrito fue redactado luego de la muerte de Villena por un tal Andrés Segovia, quien asegura copiar un original del marqués.

Con el transcurrir de los años, y gracias a las numerosas lecturas acumuladas, a su cargo como Gran Maestre de la Orden de Calatrava y a la experiencia en los sótanos de su inmenso palacio, Don Enrique era ya un afamado nigromante, y se rumoreaba por la ciudad que había sido capaz de elaborar un misterioso brebaje que lo devolvería a la vida tras la muerte.

Potente vórtice levógiro con energía inarmónica

- En el segundo escalón (contando desde abajo), un vórtice levógiro de unas 33000 UB con energía inarmónica (situarse sobre dicho escalón resulta muy desagradable y a personas sin protección energética podría provocarles molestias importantes).

- En los escalones siguientes, energía levógira inarmónica de unas 19000 UB
.

- Independientemente de la leyenda, este espacio y su parte superior (accesible al público en todo momento) pueden haber sido utilizados en diferentes épocas para rituales de nigromancia.

- Quienes sean sensibles a las energías inarmónicas no es aconsejable que se adentren en los escalones. 

A comienzos del siglo XV un sacristán llamado Clemente  Potosí, enseñaba en la citada cueva varios saberes como astrología, magia, geomancia... y los discípulos debían ser 7, siete eran las materias a enseñar, y 7 eran los años de estudios (el numero 7 es considerado mágico). Solo el azar designaba cuál sería el alumno que debería pagar al maestro las enseñanzas recibidas y, de no hacerlo, quedaría preso en La Cueva.

D. Enrique de Aragón, Marqués de Villena, hombre de amplísima erudición y con fama de brujo fue uno de los siete alumnos del sacristán, pero también el que  se negó a satisfacer el pago por las enseñanzas recibidas, por lo cual tuvo que cumplir la pena de encierro.

El Marques de Villena, aventajado alumno, comenzó a utilizar en su propio beneficio las enseñanzas recibidas. El grimorio que llevaba siempre entre sus manos o entre los pliegues del sayón, leído una y mil veces, parecía aportar la solución para dejar atrás su encierro. Oculto en una tinaja, se cubre con todo aquello que está a su alcance. El  maestro ve asombrado como su pupilo desaparece, sale a buscarlo fuera de La Cueva, olvidando cerrar la puerta, lo que aprovecha el  discípulo para esconderse al fondo de la iglesia; regresa el sacristán y cierra la puerta, refunfuña entre dientes y maldice al huido.

Por la mañana muy temprano tiene que abrir las puertas de la iglesia a las madrugadoras devotas,  momento que con la más grande de las naturalidades aprovecha el de Villena para salir; el sacristán se da cuenta e intenta retenerlo, pero ya se había escapado. Clemente, hace uso de artes mágicas, alarga el brazo de manera infinita: su mejor alumno se ha fugado, pero consigue quedarse para siempre con su sombra.

Nuestra segunda fuente biográfica se hace también eco del interés del de Villena por las artes mágicas (no ajeno, sin duda, a sus estudios de teología) y de las ulteriores consecuencias que su fama de nigromante acarreó a su producción literaria: “Este don Enrique fue muy grant sabio en todas çiençias, en especial en la Theologia e Nigromançia e aun fue grant alquimista. E con todo esto vino a tan grant menester que al tiempo que fallesçio non se fallo en su camara con que le pudiesen enterrar. E fue cosa de Nuestro Señor, porque las gentes conoscan quanto aprouechan las semejantes çiençias. E despues que el fallesçio, el Rey mando traer a su camara todos los libros que este don Enrique tenia en Yniesta, e mando a fray Lope de Barrientos, maestro del Pinçipe, que catase si auia bien çinquenta volumenes de libros de malas artes. E dio por consejo del rey que los mandase quemar. El Rey dio cargo dello al dicho maestro, e el pusolo luego en execuçion, todos ellos fueron quemados”. Todos estos datos, como es lógico y oportuno, deberemos puntualizarlos en el curso de nuestro trabajo.

El Tratado de Fascinación o de Aojamiento, escrito por Enrique de Villena a comienzos del siglo XV, es un buen punto de ingreso para abordar la historia del esoterismo en la península ibérica de la época. Contra el enfoque clásico sobre Villena y la perspectiva de los historiadores de la ciencia, desde la mirada de la historia cultural proponemos un abordaje sobre un problema histórico que sigue mereciendo todavía ulteriores investigaciones.


 

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