Santuario del Cerro de los Santos - Montealegre del Castillo (Albacete)
De Fernández Ruiz, Raúl (foto) - Museo Arqueológico Nacional, CC BY-SA 4.0, Enlace Wikimedia |
- Wikipedia: Cerro de los Santos
El yacimiento corresponde a un santuario ibérico que estaría situado en el trayecto de la vía Heraclea (camino de Aníbal) en territorio bastetano, vecino a la Contestania. En la actualidad, los vestigios del templo, cuya planta era reconocible a finales del XIX, han desaparecido por completo, quedando únicamente dibujos de algunos restos (capitel jónico, dibujo de Aguado Alarcón). Quedan, únicamente, restos de catas de excavaciones recientes, con algunos restos de muros, y no es posible identificar ningún tipo de estructura digna de mención. Los fragmentos de cerámica están diseminados especialmente en la porción norte del cerro. Hacia el sur destaca el monte Arabí.
- Wikipedia: Dama oferente del Cerro de los Santos
- Wikipedia: Iberos
- Wikipedia: Montealegre del Castillo
Se sabe que ya había núcleos de población en el Paleolítico y el Neolítico.
Han pasado muchas civilizaciones por esta población como los íberos, muestra de ello es el «Cerro de los Santos», yacimiento arqueológico que data de los siglos III al siglo I a. C.
Entre los numerosos objetos encontrados en este yacimiento destacan el santuario ibérico y la Gran Dama Oferente, que es uno de los principales símbolos del arte ibérico, así como símbolo del municipio, al formar parte de su escudo.
Amat consiguió los permisos pertinentes para poder escarbar por cuenta propia en aquel enclave albaceteño. A golpe de pico y pala, desenterró innumerables piezas de aquella enigmática civilización. En pocos días su taller de relojero se convirtió en una destacada galería donde reinaban esculturas hieráticas cuyos ojos se perdían en los albores de la Historia.
[...] La avaricia empezó a cegar a Amat que, víctima de la codicia y con el objetivo de conseguir beneficio, copió muchas de las esculturas que poseía en su taller.
Realizó réplicas falsas de las estatuas
del Cerro de los Santos haciéndolas pasar como auténticas. Grabó en
ellas inscripciones que se inventaba para revalorizar aquellas
falsificaciones bajo el pretexto de que contenían un lenguaje
desconocido. Tras llevar a cabo tan infames prácticas, vendía sus obras
de arte a los miembros del Museo Arqueológico, que las compraban sin
ningún tipo de comprobación de si eran verdaderas o no.